martes, 20 de octubre de 2009

Algo más sobre (el pobre) Sylvain

He recibido contestación de Sylvain a mi email. Apenas me contó nada sobre su desventura, tan sólo observé mucho orden en su cabeza intentando valorar las opciones para dar el siguiente paso en su vida. Entre lo poco que me contó se refirió a cuál es actualmente su situación:
Acogido por una familia en Rarotonga, islas Cook, donde fue desembarcado tras el rescate, se encuentra absolutamente sin nada y a la espera de poder mover ficha. Perdió todo y con ello cuantos contactos tenía. De ahí, que recibir mi correo le supuso al menos un mínimo reencuentro con lo que acaudalaba en su pequeña vida (pequeña de espacio y compañía, gigante de caminos y horizontes), las amistades y contactos.
Con la serenidad en el cuerpo tras haber superado una experiencia profunda, y sin conflictos de intereses, me pidió, con una delicadeza llana, si podía embarcarse con nosotros hasta Nueva Zelanda, pues salimos mañana, y lo cierto es que quizás nos podría venir de camino.
Siendo el barco que es éste, conociendo a la gente que lo habita y sabiendo la respuesta de antemano, aún así y todo intenté que su petición llegara a doble buen puerto (embarque y NZ). Pero el pobre Sylvain va a tener que tomar otro camino que no el nuestro para dar un paso más en la azarosa vida con la que parece que le obsequia el océano.
Y sintiéndolo mucho, y lo que es peor, entendiendo la respuesta, la única información que sé sobre su odisea (que lo fue) son más datos que recogí de un periódico de Fiji.

Ahí está. Tan pequeñito!

En él cuenta el periodista, sin dar más detalles sobré el porqué del naufragio, que habiéndose declarado temporal entró tanta agua que no pudo achicarla, y decidió dejar el barco. Enfundado con un traje de supervivencia, una careta y armados con un chaleco él y el perro, se ataron al bote, un bote abierto y que la fuerza del oleaje les hizo volcar varias veces. La desesperación le consumió cuando días después vió al avión de rescate alejarse de su situación. El resto ya lo sabemos.

Llevo días pensando, desde que le contesté sobre la imposibilidad de tenerles a bordo, de lo inútil de mi trabajo. Bueno, lo cierto es que todos los que trabajamos en este gremio de vidas opulentas debemos mirar hacia otro lado para no escandalizar a nuestro espíritu, pero el no poder ayudar a un hombre de mar, necesitado, me ha dolido.
¿De qué sirve compartir tanto mar si en él sólo vemos agua?
Sí, estoy jodido.

5 comentarios:

  1. Pobre hombre. Y qué puede hacer un tipo con un perro y sin nada más en un sitio llamado Rarotonga? Joder con la vida en el mar...

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  2. Es un buen motivo para la reflexión, sin duda. Algunas cosas no varían en tierra o en el mar.

    Saludos desde una orilla mediterránea.

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  3. almenos tiene a su querido perro que lo acompaña.
    este hombre creo que valorará mucho más la vida y su entorno después de lo que le ha pasado :(

    un beso edu (L)

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  4. Consuélate pensando que tú lo has intentado. En cualquier caso, yo creo que cuando alguien se salva en un naufragio después puede afrontar cualquier otra dificultad. Saldrá adelante seguro. Sobre la diferencias piensa que Sylvain ha sido un privilegiado comparado con los millones de personas que no podrán disfrutar de la vida en el mar a bordo de un velero. Aunque sea un tópico, no es más feliz el que más tiene.

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  5. Tranquilo Cayito mío.Lo más probable es que Silvan haya encontrado un transporte más apropiado, más sencillo, más humilde... cómo tú.
    Te mando millones de besos gaditanos llenos de amor y salitre.
    Mati.xxxx

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