miércoles, 7 de octubre de 2009

De nuevo aquí

Pues sí, se acabaron las vacaciones, y a pesar de que muchos de mis amigos pensáis que estar aquí es como si fueran vacaciones…. os equivocáis, se está mejor en casa.
Y con la vuelta al trabajo, las rutinas y actualmente lo rutinario es Bora Bora. El barco lleva quince días fondeado en sus aguas con dos personas a bordo además de la tripulación, con algo de tiempo libre siempre mal aprovechado y con una climatología desapacible; el viento es fuerte y llueve con relativa frecuencia, lo que hace que los días pasen tenues para el recuerdo.
Lo que más me llama la atención en estos días es el precioso reflejo que las nubes reciben del coral. El manto color turquesa que forma el coral con las aguas someras se ve reflejado en determinadas circunstancias, tiñendo las bases de las nubes formando algodones de color verde. Es precioso cuando sabes el porqué de ese color, ya que si no parecerían nubes amenazantes.

Se van sucediendo las nubes mientras veo el reflejo del coral en sus panzas

Aunque viendo el verdadero color de estas aguas no es difícil comprenderlo. La foto está tomada por mis compañeros durante un vuelo en helicóptero por la isla que el jefe les brindó

Los días previos a mi llegada, el Pacífico sufrió, como todos leímos en las noticias, un nuevo tsunami que se cebó especialmente en Samoa. Posteriormente nuevos terremotos asolaron Sumatra creando una atmósfera de miedo en todo el Pacífico. A pesar de la proximidad de Samoa, unas quinientas millas al oeste, lo abrupto de los fondos de la Polinesia francesa impiden la formación de grandes olas, ya que los éstos pasan de abisales a someros en un muy pequeño espacio y la propagación del movimiento del agua no le da tiempo a que crezca la ola. Además el sistema de alerta del Pacífico funcionó correctamente y casi la totalidad de sus habitantes estaban preparados para una eventual ola gigante. Las horas de llegada de las olas se fijó con precisión (http://www.prh.noaa.gov/ptwc/messages/pacific/2009/pacific.2009.09.29.185430.txt) y aquí, en Bora Bora, una bocina sonó dando aviso de la llegada inmediata de las olas. No obstante la altura máxima de la ola no se esperaba mayor de ochenta centímetros y no suponía ningún riesgo para los habitantes y sus bienes. Una gran parte de la población subió a una colina desde la que se pretendía avistar el tsunami llegando a la isla. Apenas se vió nada que destacara de lo habitual. Prensa, radio y televisión durante los días previos y posteriores lanzaron imágenes del efecto del paso del tsunami en las diferentes islas del archipiélago.

La prensa local, radio y televisión daban continua información de los avances de la catástrofe así como prevenían de lo porvenir

Y lo cierto es que si un se pone a pensar en la poco probable ola gigante-que-arrasa-todo-a-su-paso, es para ponerse a temblar, pues muchas islas no superan los tres metros de altura en toda su superficie y su efecto sería devastador. Gracias a que las zonas de fricción de las placas continentales se encuentra lejos de estas islas, por lo pronto es ficción suponer daños como los que destruyeron Tailandia hace unos años. Menos mal que además de bellas, estas tierras están bendecidas.

1 comentario:

  1. hola Edu! estuve viendo enlas noticias lo de el terremoto!, me alegro que no tuvieseis problemas.
    un abrazo!
    PERE PALOU

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