martes, 17 de marzo de 2009

Nos movemos!!

Después de más de un mes de amarre en Curaçao, gracias al que me ha dado tiempo para ponerme al día con los sistemas del barco y sus latidos, el Nirvana se mueve para recibir al jefe en Panamá. El lugar de encuentro es el archipiélago de San Blas, setenta millas al este de la entrada norte del canal de Panamá.

Isla del Porvenir, entrada en Panamá, archipiélago de San Blas

Al menos para mí, este país significaba, por mis escasos conocimientos de él, poco más que una vía marítima de tránsito hacia el Pacífico así como que también había oído que el alisio suele refrescar en el sur del mar Caribe, con lo que mi visión de este lugar era obviamente bastante poco ilustrada.
Lo primero que pudimos comprobar fue la acertada información meteorológica que tenía; una baja casi fija sobre Colombia hace que una amplia zona del sur del mar Caribe sufra de una intensidad de viento más acusada que el resto. Casi ochocientas millas separan ABC (Aruba, Bonaire y Curaçao), las antillas holandesas, de nuestro destino, y el viento no ha bajado de venticinco nudos en ningún momento, llegando hasta los cuarenta durante parte de la navegación. Y aquí empiezan las primeras diferencias que hacen de este barco un barco… diferente: ochocientas millas a motor!
El tema de la vela ya sabía que en este barco, a pesar de ser un velero, no se vive de manera estricta; generalmente un barco de vela dispone de un motor auxiliar, pero éste dispone de velas auxiliares y como propulsión principal, la máquina.
Quienes sepan para lo que sirven las velas les dolerá tanto como a mí el hecho. Bueno, aunque a decir verdad, una actitud conservadora es el mejor medio para preservarse de problemas, teniendo en cuenta lo gorda que se puede armar. Mi opinión es que es una lástima no tomar una opción media. Pero donde hay capi, marinero no manda. Al menos me queda el alivio de que no la pude armar.
Unicamente hemos desenrollado alguna vela de proa para ayudar a la máquina, que parece que va bastante ahogada; la temperatura de los escapes es extrañamente alta y nuestra velocidad es muy baja, lo que mantiene a Alfret, nuestro maquinista, en una mezcla de susto y acongojo. A 1300 vueltas desarrollamos una velocidad de siete nudos y medio cuando debiéramos alcanzar cerca de cuatro nudos más.
Pero seguimos navegando entre grandes olas de popa que entran por la aleta de estribor y pasando de un NE a un N a medida que nos acercamos a nuestro destino.
Llegamos poco más de doce horas antes que el armador al punto de encuentro, claramente insuficientes para preparar el barco antes de su llegada, pero con gran esfuerzo logramos poner el barco presentable y descansar algo.

Uno de los miles de islotes que salpican el archipiélago visto desde el palo

Y aquí comienza a sorprendernos este país. Durante la travesía ojeé más detenidamente la información que se halla en el derrotero de navegación de la zona y descubro un país de naturaleza exuberante de la que un quince por ciento queda bajo la estricta protección del Instituto Nacional de Recursos Renovables (INRENARE), con una fauna marítimo y terrestre rica en variedad, de un contraste geográfico salvaje y con unas características sociales impresionantes. Numerosas etnias y culturas locales se reparten por todo el país dando lugar a un mosaico de particularidades sociales.
Nuestro punto de arribada en el archipiélago de San Blas es la isla del Porvenir, una mínima isla con un aeródromo igual de pequeño en donde podemos hacer la entrada en el país y a donde llegará el jefe al día siguiente en helicóptero.
Decir que llegó el jefe en ese medio significa que los doscientos cincuenta habitantes de los islotes que nos rodean se apuraron para llegar al barco en sus canoas y ofrecer su escasa y colorida artesanía local y pesca fresca pensando que éramos consumidores talla Carrefour rebosantes de dólares.

Mujeres kuna ofreciendo su mercancía

Sonrientes e incansables negociantes se pasaban horas agarradas a nuestra popa ataviadas con sus "molas", blusas típicas, para vendernos todo. Pobres, con un barco tan grande, imaginarían que las ventas serían fastuosas, y no fue así!

Kuna Yala es el nombre que dan a la porción de tierra y mar donde vive esta etnia arraigada a la vida marítima como medio de subsistencia ( http://www.congresogeneralkuna.org/ Vale la pena visitarla, es interesantísimo)

Los kunas viven como dios en estas chozas. Sólo el reflejo occidental les llena de anhelos

Se calcula que antes de la llegada de los conquistadores españoles se contaban alrededor de 700.000 kunas cuya mayoría se movieron del interior hacia las numerosas islas de la costa atlántica. Después de sufrir violentas invasiones se rebelaron en el año 1925 y durante el proceso mataron a numerosos policías panameños hasta que en el año 1938 el gobierno de Panamá garantizó la autonomía de la comarca de San Blas. Hoy en día son solamente 55.000 los descendientes de esta orgullosa raza que vive su pobreza material en armonía con su entorno. Poseen sus propias leyes, se reúnen en congresos frecuentes que previenen de la “contaminación” exterior, y en una sociedad jerarquizada donde el lider (Sheila) ocupa la posición dominante, dirimen asuntos tribales de modo local en las cuarenta y ocho comunidades que conforman esta sociedad. Son propietarios de la tierra que habitan y de sus bienes (pesca,cocos y agua apenas). Los poblados de la costa continental poseen el agua de sus ríos rica en oro que no utilizan más que para su propia joyería, y aún hoy en día pocas personas se adentran en su territorio sin miedo a represalias.

Los hombres sin embargo traen pesca en sus rústicas canoas. Langosta, cangrejo, pargo, atún...

Pero en cuanto a nosotros se refiere su trato es amable e interesado. Compramos bisutería, telas y pesca para quedar en buena relación con ellos.
Una semana hemos estado navegando por sus aguas con mucho viento y nubes, haciendo de la estancia del jefe y sus invitados un tiempo de relax y bienestar que esperamos recuerden con agrado.
Y también tuvimos la oportunidad de nadar en sus cálidas aguas en las horas muertas de trabajo. Y como primer contacto con el agua, inmersión para ver el estado de las hélices y casco.

El lamentable estado de la hélices y ejes. No nos queda nada!

Rasca que te rasca
Al menos el resultado final es excelente
Un mensaje el caracolillo para el siguiente turno de buzos, je, je

Catorce horas de trabajo submarino es lo que necesitamos para dejar el casco libre de todo el caracolillo que se adhirió a él durante la larga parada de Curaçao. Mucho rascar y el alivio del maquinista cuando confirmó que a la máquina no le pasaba más que la suciedad que cubría la hélices. Una vez el casco limpio, ganamos tres nudos de velocidad a las mismas vueltas de motor y casi ciento cincuenta grados menos en la temperatura de escapes.
Y luego de unos días agitados por el estado del tiempo, nos dirigimos al siguiente paso en nuestro periplo: el Canal de Panamá (to be continued in the next post)

3 comentarios:

  1. Jodeeer con lo de la hélice! Si parecía de escayola! Que sepas que molan mucho estos foto-reportajes. Tus padres los verán, don't worry. Bonito viaje y bonito curro. Al menos para el que lo lee.

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  2. Que interesante Edu. Tendrás que escribir un libro de tus aventuras.
    un abrazo

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  3. ¡¡¡Poooor Diooooossss!!!: ¡¡¡¡SIN VELAS!!!! Esto es algo totalmente inadmisible para un Purista/Talibán de la vela.
    Córtale la cabeza a ese capitán y cuélgala de una verga para escarmiento de otros "motoristas"
    Cuéntale que estuve regateando (eso se hace todo a vela, así que tendrás que explicarle lo que es) en el Salperton, también diseño de Dubois, con el propio Dubois a bordo y la verdad es que sus diseños (seguro que también el Nirvana) navegan muy bien a vela y para él eso es motivo de orgullo.
    ¡Mamma mía! Dios le da pan al que no tiene dientes...Entiendo que haya capitanes prudentes como Tonicao que nunca ponen el spi en un bicho de estos, pero de ahí a ir a motor a todas partes...¡que se vaya de capitán a un petrolero!

    Bueno, compañero, sigue contando, que está muy interesante.

    Ciao

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