domingo, 22 de noviembre de 2009

Ta-maki Makau Rau

Así suena Auckland en maorí, y es en donde, a pesar de atentar contra los deseos de nuestro bienamado jefe, vamos a pasar los próximos cinco meses dadas las normales necesidades de todo barco para hacer su requerido mantenimiento, y de paso, no menos importante, evitar la temporada de ciclones en el pacífico.
Ya hemos contado que estas aguas son diferentes, que el aire también, y a esto le añadiremos el espíritu abierto y fraternal que poseen sus habitantes, ya que no en todos lados es usual, por lamentable desgracia, la amabilidad desinteresada.

Una vista de la ciudad con su sky line donminado por el sky tower, de merecida atracción turística, donde bares, restaurantes, merchandasing y hasta salto al vacío completan la oferta. Un día cualquiera se ven siempre barcos navegando

Nuestra primer contacto con la ciudad fue a través del triplete que embarcó antes de llegar a puerto, consistiendo en práctico, personal de aduanas y de bioseguridad, que a pesar de la ya mencionada amabilidad, nos retiró casi todo lo comestible que no habíamos podido consumir antes de llegar, pues la política de permisividad con alimentos, semillas u otros elementos que puedan suponer un riesgo para esta bienaventurada tierra, es muy restrictiva. Tanta suerte que el cocinero, muy avispado, retiró furtivamente de la bolsa de alimentos requisados el jamón serrano de aúpa que estaban a punto de levantarnos.



Navegar, no navegaremos mucho, pero maniobrar, hay que reconocer que lo hace bien. Aunque un poco apretaditos para estar cinco meses, no?


Auckland, que se encuentra en el noreste de la isla norte (el país lo forman dos grandes islas, la norte y la sur, muy diferenciadas) tiene como logo “Ciudad de las velas” pues no en vano es una ciudad que vive volcada al mar, y donde un porcentaje muy elevado de sus habitantes poseen algún medio para disfrutar de sus aguas, por cierto, extraordinariamente protegidas por una bahía inmensa salpicada de islas y rincones donde perderse.
Para ilustrar con signos de admiración esta geografía, basta con decir que en la misma bahía entran las orcas persiguiendo a grandes bancos de peces, y hasta en el mismísimo amarre en el que estamos hemos visto una de las tres especies de pingüino de las que anidan en estas latitudes.
Auckland es una ciudad de 1.3 millones de habitantes, de una gigantesca extensión, pues la inmensa mayoría de edificaciones son viviendas unifamiliares, y para contrariar dicha información y como dato ciudadano, decir que alberga el edificio más alto del hemisferio sur, el Sky tower, 392 mts de vértigo. Numerosos parques en la ciudad confieren a las amplias avenidas un carácter abierto y nada restringido.
Los precios son ligeramente más bajos a los españoles, y es una ciudad limpia, moderna, con una inmensa población asiática, y en donde lamentablemente se ve como clase más sufrida y menos favorecida por el desarrollo, a los maoríes (no sé porqué pero este esquema se sucede repetidamente en todo el mundo). Como descendientes de escoceses e irlandeses, a veces no les entiende ni su padre, pues un neozelandés retorcido habla un inglés, imagino, como el que utiliza un andaluz para el español.
Los habitantes de este país reciben el cariñoso y no peyorativo nombre de Kiwi, y no por el fruto rico en vitamina C que todos conocemos, no, si no por es pequeña ave de hábitos nocturnos que se ha erigido como icono nacional. Así, si hablamos de kiwi coloquialmente nos referimos a una persona, y si queremos decir la fruta, diremos kiwi fruit o la misma diferencia para el animal.
Es fácil moverse por esta ciudad, comer, especialmente asiático, barato, y lo que de verdad nos sorprende es la falta de costumbre que tenemos al encontrar gente sonriendo en todos lados
El simpático kiwi que da nombre a esta tierra, sus habitantes y su fruto más conocido


Dentro de la oferta turística que ofrece la ciudad está la de salir a navegar con los antiguos copa América que acercan el mundo de la alta competición a la gente de a pie. Y salen todos los días y abarrotados!

La industria náutica da un soporte extraordinario a la economía, y los servicios relacionados son lo mejor que he conocido en mi vida, plagados de verdaderos profesionales dispuestos a resolver problemas. No en vano, en este pequeño país de cuatro millones de habitantes se encuentran dos astilleros de megayates (Alloy y Fitz Roy) y otros tantos de pequeñas embarcaciones. El tener la Copa América en sus aguas les suponía, hasta que la perdieron, el dos por ciento del producto interior bruto del país, con lo que nos da una idea de lo que significa el mar para estas gentes.
Con gran dolor he de decir que a pesar de esta aparente boyante industria, el mercado masivo de grandes embarcaciones y la industria que lo soporta de Palma supera con creces este y el de casi cualquier lugar del mundo. Otra cosa es que sea mejor, claro.
Y como centro de operaciones, para estar aquí este precioso tiempo de parón, me siento tremendamente afortunado de poder disfrutar de todo lo que ofrece al visitante y espero verme involucrado en cuerpo y alma con estas tierras cuanto más mejor.



Otra de las increíbles virtudes de sus habitantes es la de agradecer. Aquí el mismo alcalde de la ciudad nos da las gracias por nuestra llegada en una carta firmada por su puño y letra. Igualito que lo que tenemos en casa.


Y para colmar el vaso, aquí nos encontramos con un mosaico en memoria del hundimiento del Rainbow warrior. Dice textualmente: "At Mariden wharf in july 1985 the Rainbow warrior flagship for Greenpeace was bombed and sink by agents of the French governement killing photographer Fernando Pereira. The ship was about to go into the Pacific in peaceful protest against french nuclear testing. Public demand and continuing pressure led France to stop the bomb tests after 1985 leaving irreparable damage at Mururoa! Toooooma ya!!






1 comentario:

  1. Joer... mes estoy pensando acabar yendo de vacaciones ahí. Mrrrmrmr (murmullo interno de pensar).

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