Pero esto ya se ha acabado y como, aunque pocas, pero algunas cosas pasan por estos andurriales, intentaré ser constante en ofrecer algo de información, ya que a casi todos os tengo olvidados igualmente en vuestros buzones.
Lyttelton es el nombre del puerto en donde hemos sacado el Nirvana para trabajar la obra viva. Llevaba ya más de un año y medio con el mismo antifouling (para los que no sepan lo que es, se trata de la pintura biocida con la que se pinta el casco para evitar mejillones y barbas varias) y además debíamos reparar los casquillos de uno de los ejes de las hélices que se averió y estaba inutilizado.
Dicho puerto se encuentra en la isla sur, al lado de Christchurch, a tan sólo seiscientas millas de Auckland, donde tenemos el puerto base en Nueva Zelanda. El motivo de tanta distancia (y la obvia incomodidad) es que a pesar de la gran industria náutica que hay en este país, no hay ningún sitio donde sacar nuestro barco, por ser demasiado grande para unos astilleros y pequeño para otros, al habernos anulado el contratado inicialmente para la varada.
Pero esto ha tenido su gracia. Y es que el lugar ha sido de lo más interesante.
La navegación de ida me la perdí por mis vacaciones (poco contento estaba) pero la de vuelta y algunos días en el varadero sí que me los tragué.
Y lo que me encontré fue un lugar con muuuucha historia.
El varadero, como podéis observar en las fotografías, es un foso excavado con una compuerta que se cierra tras haber entrado el barco y se achica el agua que queda apresada. Veinticinco millones de litros que se vacían en cuatro horas, con las bombas originales que datan del año (agarraos fuerte) 1883. Ciento veintiséis añitos de nada!! (hablamos del cuerpo mecánico, el eléctrico es nuevo).
Y si estáis un poco interesados por los datos, y relacionáis el lugar y las fechas, no tardaréis en descubrir que aquí mismo vararon sus barcos el malogrado Scott en su segundo viaje y Ernest Shackleton, el Terra Nova y el Endurance respectivamente, en su camino a lo que fueron unas de las mayores gestas de la historia que nos interesa, de navegación y entereza humana.
Cabe añadir que nuestro barco ha sido el primer yate que vara este astillero desde que se construyó, y que como tal, nos dió una fotografía conmemorativa del hecho.
Por lo demás, decir que tuvieron que construir unas camas para descansar el barco según las instrucciones del constructor, Vitters, y sabed que supuso un tiempo muy largo de preparación para el astillero, esfuerzos económicos para el barco y la precisión de buzos y personal de varada para llevar a buen término la misma.
El resto, el viaje de regreso a Auckland, transcurrió sin nada reseñable.
Vuelta a la mar para mí. El tiempo en tierra pesa.
Muy interesante, como siempre.Y buenísima la coincidencia, los grandes héroes del mar acaban en los mismos sitios, saludos Edu.
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